N.57 – Inserción de investigadores posdoctorales

Los egresados de carreras de Bioingeniería y Biotecnología orientadas a la salud humana pueden desempeñarse en un amplio rango de segmentos de la industria (medicamentos, insumos, equipamiento y dispositivos biomédicos, etc.), en establecimientos asistenciales, en laboratorios de investigación y desarrollo, en agencias gubernamentales de innovación, regulación y control, o en la academia.

En la actualidad, quienes orientan su carrera hacia la academia (particularmente en instituciones universitarias) deben alcanzar una posición de investigador posdoctoral (IPD) para desempeñar roles relativamente relevantes como impulsores, coordinadores y participantes en proyectos de investigación dentro de los departamentos en que se desempeñan.

Las mayores gratificaciones de los IPDs insertos en ámbitos académicos, parecen provenir del compromiso y de las responsabilidades que ejercen, la calidad de la producción científica y los resultados alcanzados. Dentro del entorno académico, en general, el rol de los IPDs no parece ser aún plenamente reconocido ni adecuadamente valorado.

En septiembre 2020 la revista Nature informó los resultados de una encuesta a IPDs que se desempeñan en ámbitos académicos (quizás por ser uno de los segmentos más problemáticos). En el artículo aquí reseñado se examina la percepción de los encuestados sobre sus posiciones actuales y sus perspectivas profesionales en dichos ámbitos. Nature prevé analizar –con base en futuras encuestas- la situación de los IPDs en la industria y en otros sectores

La encuesta referida a ámbitos académicos, que reunió respuestas de 7.670 IPDs provenientes de 93 naciones, tuvo el objetivo de capturar las principales preocupaciones que enfrentan los IPDs que actúan en dichos ámbitos. El 52% de los encuestados trabaja en ciencias biomédicas, un campo que depende significativamente de la fuerza laboral postdoctoral.

Los principales problemas relevados no son nuevos. Durante al menos 20 años las Academias Nacionales de EE.UU., la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y otras organizaciones identificaron a los IPDs que se desempeñan en la academia como parte del “precariado de la investigación” por trabajar en puestos con escasa seguridad laboral, baja remuneración y ambiguas expectativas de permanencia.

Sin perjuicio de sus inciertas perspectivas, la mayor parte de los IPDs manifiestan una clara disposición para continuar su desarrollo y mantener su compromiso laboral. El 60% dicen estar satisfechos con sus puestos y tienden a aferrarse a sus aspiraciones. Incluso ante una pandemia que está obligando a las universidades de todo el mundo a recortar puestos y congelar contrataciones, alrededor del 66% de los IPDs encuestados, y el 80% de los que actualmente trabajan en América del Norte o Europa, continúan viendo a la academia como su destino profesional preferido.

Sin perjuicio de los referidos niveles de satisfacción, la encuesta reveló inquietudes generalizadas sobre el presente y el futuro. Cuando se preguntó a los encuestados si su período postdoctoral cumple con las expectativas, el 32% respondió que en menor grado que el esperado y solo el 12% dijo que en mayor grado. El 56% expresó una visión relativamente opaca de sus realidades y perspectivas profesionales.

Con base en los comentarios en texto libre de la encuesta, aparecen diversas fortalezas y debilidades de la vida laboral cotidiana de los IPDs en el ámbito académico. Respecto de las fortalezas, el 80% de los encuestados dijeron que encontraron satisfacción a través del interés en su trabajo, mientras que el 66% estaban satisfechos con su nivel de independencia. Entre los investigadores biomédicos, el 57% de los encuestados dijo estar satisfecho y el 14% manifestó estar “neutral”. Surgió aquí el claro desafío de revalorizar el papel de los IPDs en la investigación científica en el ámbito académico. Las principales debilidades señaladas por los IPDs encuestados son las siguientes: (a) su rol no es reconocido adecuadamente, (c) experimentan frecuentemente un “conflicto de intereses” al aportar su pasión, dedicación y capacidades para que el investigador principal (con su limitado aporte) obtenga el mayor crédito y se adjudique subvenciones de las cuales el IPD no recibirá prácticamente nada, (d) son afectados por una tradición tóxica de la academia: retribuir mal a personas altamente capacitadas y calificadas, (e) están sometidos a frecuente incertidumbre, dado que sus contratos suelen ser de corto plazo, (f) en algunos campos, el concepto de IPD resulta aún confuso: “¿Es un camino o un “trampolín” hacia la permanencia en la carrera académica? ¿Es un puesto transitorio de investigación?”

Los resultados de la encuesta sugieren que la satisfacción laboral del IPD tiende a disminuir a través del tiempo. Los IPDs más nuevos y más jóvenes exhiben los índices más altos de satisfacción, pero éstos disminuyen para aquellos rangos de IPDs con mayor trayectoria.

Con relación a las fuentes de financiamiento de los IPDs encuestados, sólo el 13% trabaja directamente para su institución; el 40% recibió becas de una agencia de financiamiento, y aproximadamente la misma proporción se paga con subvenciones. Los IPDs que disponen de financiamiento propio cuentan con cierto grado de autonomía, pero generalmente dependen de sus supervisores e instituciones para disponer de suministros y espacio de trabajo. Ello suele tener consecuencias en términos de independencia, propiedad del trabajo y propiedad intelectual (suele haber tensión sobre “de quién es el proyecto”).

Respecto del sentido de las relaciones jerárquicas funcionales, la mayoría de los IPDs encuestados informaron tener escasa orientación o dirección por parte de su investigador principal o supervisor.

Nota del Editor: Con el propósito de trazar un panorama integrador de perspectivas formativas y laborales, nos proponemos reseñar -en esta sección- los resultados de las próximas encuestas de Nature sobre la situación de los IPDs en la industria y en otros sectores