Newsletter DPT Nro. 64

ISSN 2618-236X

Septiembre / 2021

NOTICIAS EDUCATIVAS Y PEDAGOGICAS
NOTICIAS NACIONALES

Biopolítica e infodemia

Calidad de los valores y de la información frente a la pandemia

Esta reseña comprende dos artículos vinculados por el escenario de la pandemia COVID-19. El primero (1) trata sobre la prevención y el tratamiento de la “infodemia” (viralización de contenido informativo falso, no verificado o sesgado, sobre cuestiones de salud). El segundo (2) aborda cuestiones axiológicas y ético-epistémicas de la biopolítica manifiesta en la prevención y la atención de personas frente a la COVID-19.

1.- Primer artículo: Infodemia: Cómo prevenirla y tratarla: Evaluación de la calidad de las noticias de salud (1)

Se denomina “infodemia” a la viralización -intencional o no- de contenido falso, no verificado o sesgado que afecta a la opinión pública con relación a una determinada cuestión de salud. La OMS contribuyó activamente a acuñar y difundir dicha expresión y la referida acepción.

Dentro del periodismo científico y tecnológico, particularmente en materia de salud, abundan hoy las noticias que no satisfacen criterios básicos de calidad. Pero también abundan las noticias relevantes, rigurosas y, además, atractivas y de fácil lectura.

El artículo aquí reseñado se basa en una revisión de noticias -en medios impresos y digitales, radio y televisión- referidas a más de 2.000 estudios sobre diagnóstico y tratamiento de determinadas patologías. Los resultados de dicha revisión aportan luz sobre la problemática de la “infodemia”.

En dicha revisión, los 108 criterios usados para el meta-análisis de las noticias se agruparon en 19 criterios generales; por ejemplo: (a) informar sobre los posibles efectos perjudiciales del tratamiento (sólo cumplido por el 40% de las noticias), (b) informar sobre las alternativas disponibles para la intervención (sólo cumplido pr el 36%), (c) informar sobre el coste del tratamiento (sólo cumplido por el 18%), (d) considerar conflictos de intereses (sólo cumplido por el 22%).

Los referidos datos muestran un panorama algo nebuloso de la calidad informativa. Cabe señalar que los 19 criterios generales presentados en la revisión son sólo una muestra de los criterios asociados a los 44 conceptos clave del proyecto Informed Health Choices, que es una referencia internacional sobre la calidad de la información y el pensamiento crítico acerca de tratamientos (ver: https://www.informedhealthchoices.org/).

Dado que son los investigadores quienes determinan el rigor y la calidad informativa de sus estudios y hallazgos, cabe preguntar: ¿Cuáles son los criterios realmente importantes a los fines de la divulgación? ¿Qué exigir a los periodistas y qué a los investigadores? ¿Qué piensan de todo esto periodistas y ciudadanos?

La conclusión de la revisión señala que lo más importante es promover el pensamiento crítico en los ciudadanos. Más vale alertar a los ciudadanos acerca de los síntomas y efectos de la “infodemia” que intentar prevenir la exageración y distorsión de la información periodística vinculada a la salud, pues esta última es una tarea prácticamente imposible,

Segundo artículo: Biopolítica: Reflexiones ético-epistémicas sobre la pandemia (2) (3)

Un lugar común en estos días señala que la pandemia pone al descubierto -de modo eminente- un conjunto de tensiones y complicidades, las cuales se valoran según la formación e ideología de cada quien.

Los autores del artículo aquí reseñado (2) exploran cómo la pandemia puso de manifiesto una modalidad de intromisión del poder en la vida civil que, a partir de los trabajos de Michel Foucault en los años 1970, se conoce como “biopolítica”. La biopolítica, en la obra de Foucault, hace referencia a la capacidad del poder para incidir sobre la vida de las personas, administrarla, organizarla, regularla, inhibirla o suprimirla, así como para promover la vida de algunos en detrimento de la vida de otros. Es por esto que la “biopolítica” se relaciona con la “tanatopolítica”, como dos caras de una misma moneda.

Es posible afirmar que –dentro del paradigma biopolítico vigente en nuestra sociedad- se necesita una constelación de saberes científico-tecnológicos destinados a garantizar vidas que se nutren de muertes. Por ejemplo, aquí en la periferia, las vacunas se escatiman en un doble sentido. Por una parte, por las dificultades que supone acceder a un bien escaso cuya producción resulta monopolizada por unos pocos países o empresas trasnacionales. Por otra parte, porque las pocas vacunas que llegan son distribuidas discrecionalmente, sin criterios francos que permitan optimizar la capacidad de inmunización que ofrecen.

Se impone una revisión atenta de los criterios que orientan las políticas de salud en tiempos de pandemia. Se trata de una cuestión que la bioética reconoce dentro de sus competencias, en tanto plantea dilemas vinculados con la justicia distributiva, que tematiza la distribución equitativa de recursos escasos, y que se presenta como uno de los principios de la bioética, junto con los de beneficencia, no maleficencia y autonomía.

Sin embargo nada dicen algunos “personajes” de la bioética acerca de la necesidad de establecer criterios justos para la distribución de vacunas, tema que se enmarca en el espectro del principio de justicia. Por el contrario, algunos de ellos insisten –con visión reduccionista- en el “dilema de la última cama”. Este es el caso de quien, en un artículo titulado “El derecho a un respirador” (3), da por sentado que respirar ya no es un derecho de todos y, por lo tanto, se impone seleccionar quién o quiénes serán sujetos de ese derecho. Lo que no parece entender el referido especialista es que la escasez de recursos no es un destino y que en vez de crear comisiones de bioética -multiplicando la burocracia ociosa- es imprescindible distribuir inmediatamente recursos destinados a minimizar los fallecimientos, sabiendo que ninguno de ellos puede tener justificación bioética, apelando por ejemplo a la edad o a patologías previas.

Concluye señalando que, en este momento crítico, es necesario exigir la justa distribución de las vacunas, que respete criterios de equidad. En todo caso, ante la escasez, se impone priorizar a los más desfavorecidos. Pero no es esto lo que expresan las políticas públicas, acercándose a lo que puede ser pensado como un escándalo ético imposible de justificar.

Referencias:

(1) “Prevenir o tratar la infodemia: Sobre la evaluación de la calidad de las noticias de salud y la vara para medirla” Por Gonzalo Casino. Intramed. Puntos de vista. Escepticemia. 15/07/2021

(2) Fuente primaria: “Hacer vivir y dejar morir: reflexiones ético-epistémicas sobre la pandemia” Silvia Riveraa y Héctor Freilijb. Editorial Revista del Hospital de Niños (Buenos. Aires) 2021; 63 (281): Editorial García Barthe M.

(3) Fuente complementaria: “El derecho a un respirador” Por Juan Carlos Tealdi. El cohete a la luna. 2020.