Newsletter DPT Nro. 64

ISSN 2618-236X

Septiembre / 2021

NOTICIAS EDUCATIVAS Y PEDAGOGICAS
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Problemáticas que afectan al quehacer y la motivación en la investigación científico-tecnológica

 “Malas conductas y prácticas cuestionables”; “síndrome del impostor”

La presente reseña comprende dos artículos referidos a distintas problemáticas que afectan al quehacer y la motivación en la investigación científico-tecnológica. El primero (1) aborda la cuestión de las “malas conductas” y “prácticas cuestionables” en la investigación. El segundo (2) trata sobre quiénes padecen el “síndrome del impostor” en determinados ámbitos de investigación.

1.- Primer artٌículo: Una encuesta sobre la integridad en la investigación revela una alta frecuencia de “malas conductas” y “prácticas cuestionables” (1.1.) (1.2.)

Según la reciente Encuesta Nacional Holandesa sobre Integridad en la Investigación (ENHII) -la encuesta más importante en su tipo hasta la fecha-, el 51% de los investigadores holandeses se involucran regularmente en “prácticas cuestionables” de investigación (como ocultar fallas en el diseño de sus proyectos o citar literatura de manera “selectiva” o sesgada). Por otra parte, el 8% de los investigadores admitieron haber cometido –durante los últimos 3 años- acciones de “mala conducta” en la investigación (tales como el plagio, la fabricación de datos o el falseamiento de resultados). Esta última tasa de reconocimiento de “fraude directo” fue más del doble que la informada en estudios anteriores.

Dado que los organizadores de la ENHII tomaron precauciones especiales para garantizar el anonimato de los encuestados en estas preguntas delicadas, cabe presumir que los resultados están más cerca de la realidad que los de estudios anteriores.

Entre octubre y diciembre de 2020, los autores del estudio se pusieron en contacto con casi 64.000 investigadores en 22 universidades de los Países Bajos, de los cuales sólo 6.813 completaron la encuesta.

La encuesta encontró que los estudiantes de Ph.D. tuvieron más dificultades para cumplir con los estándares de investigación responsable. Alrededor del 53% de ellos admitió haber participado con frecuencia en una de las 11 “prácticas cuestionables” durante los últimos 3 años, en comparación con el 49% de los profesores asociados y titulares.

Para indagar posibles explicaciones de dichos comportamientos, el equipo analizó también los entornos y experiencias profesionales; por ejemplo, si experimentaban presión en el lugar de trabajo o presión de grupo. El equipo descubrió que la presión para publicar estaba fuertemente correlacionada con “prácticas cuestionables” de investigación, y que las percepciones de la posibilidad de ser descubierto por revisores pares era el factor más importante para inhibir las “malas conductas”.

Si bien el porcentaje de “prácticas cuestionables” de investigación (51%) excedió al hallado en encuestas anteriores, aún podría ser una subestimación. Dado que la encuesta caracterizó a esas prácticas como netamente incorrectas, es posible que los participantes fueran menos propensos a reconocerlas honestamente.

Cabe señalar que Holanda ha estado a la vanguardia en la promoción de la integridad científica. En 2018, las instituciones colaboradoras publicaron el Código de conducta de los Países Bajos para la integridad de la investigación. Por tanto, cabría esperar que los investigadores de los Países Bajos sean especialmente conscientes de los problemas de integridad de la investigación. Sin embargo, la conciencia no es suficiente para desterrar los comportamientos no deseados frente a pautas de evaluación que exigen maximizar la cantidad a expensas de la calidad. De hecho, se manifiesta que gran parte del comportamiento (bueno o malo) está impulsado por los incentivos emergentes de normas y pautas fácticas de evaluación y promoción

Más del 10% de los investigadores médicos y de ciencias de la vida admitieron haber falsificado o fabricado datos o resultados al menos una vez entre 2017 y 2020. Hay quienes opinan que este tipo de hallazgos sobre fabricación o falsificación de datos y/o resultados deben considerarse con cautela, ya que se desconoce cuántas veces lo hicieron realmente, cuántos de sus artículos contenían los datos o resultados adulterados y si esos trabajos se habían publicado. Si bien la “mala conducta” en la investigación no es infrecuente, es difícil de detectar y probar, mientras que las instituciones rara vez son transparentes sobre estas cuestiones.

Concluye señalando que se ha prestado más atención a la “mala conducta” y a las “prácticas cuestionables” que a las “prácticas descuidadas” de investigación, que también constituyen un relevante problema. Como consecuencia, se destaca la necesidad de forjar entornos de investigación positivos donde: (a) haya más énfasis en la conducta responsable, (b) se dedique más tiempo y esfuerzo a la investigación de buena calidad, y (c) se acepte que puedan ocurrir errores, pero no descuidos ni negligencias.

2.- Segundo artículo: Quiénes experimentan mayor disposición a padecer el ‘síndrome del impostor’ en ámbitos de investigación (2.1.) (2.2.) (2.3.)

La sensación conocida como “síndrome del impostor” se caracteriza frecuentemente como “percibirse como un embaucador dentro de un determinado ámbito de investigación”. Este fenómeno involucra diversos componentes: por lo general, implica atribuir el propio éxito a la suerte o considerar que no se lo ha ganado. Además, sin perjuicio de las pruebas objetivas de sus capacidades, las personas que experimentan este tipo de sensaciones tienden a pensar que son menos capaces para desempeñar un trabajo de lo que otros creen que son.

Para llevar a cabo el estudio se analizaron las respuestas de una encuesta realizada a cerca de 5.000 académicos –profesores, becarios posdoctorales, médicos residentes y estudiantes de posgrado– de un total de nueve universidades públicas y privadas de EE.UU que representaban más de 80 materias (incluidas ciencias naturales, biología y medicina).

En la encuesta se pedía a los participantes que calificaran sus experiencias de “sindrome del impostor” (por ejemplo, “a veces tengo miedo de que los demás descubran cuántos conocimientos o capacidades me faltan en realidad”) y la orientación a la brillantez en su campo (por ejemplo, “personalmente, creo que ser un erudito de primera línea en [mi disciplina] requiere una aptitud especial que no se puede enseñar”).

Los resultados de la investigación fueron particularmente elocuentes entre las mujeres de grupos raciales y étnicos tradicionalmente infrarrepresentados en la enseñanza superior y el mundo académico; es decir, negras o afroamericanas, hispanas o latinas, indias americanas o nativas de Alaska, de Hawai o de otras islas del Pacífico. Se cree que la clave para entender esta relación reside particularmente en los estereotipos culturales que asocian la “brillantez” con los hombres (y preferentemente blancos). Esos entornos son probablemente hostiles para las referidas mujeres porque se enfrentan a estereotipos negativos sobre sus capacidades intelectuales.

En una investigación anterior se había demostrado que los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de ser percibidos como “brillantes”, mientras que otro estudio mostró que las mujeres y los afroamericanos están infrarrepresentados en las carreras en las que se percibe que el éxito depende de altos niveles de capacidad intelectual.

En general, se halló que cuanto más percibían los participantes en el estudio que un campo requería ‘brillantez’ o “talento” para tener éxito, más mujeres estudiantes de posgrado y becarias posdoctorales manifestaban sentirse como “embaucadoras” en relación con otros grupos. Dado que estos constructos son relevantes para la motivación, cabe inferir que las experiencias del “síndrome del impostor” podrían obstaculizar –en quienes lo padecen- el éxito en la investigación a largo plazo.

Referencias:

(1.1.) “Landmark research integrity survey finds questionable practices are surprisingly common” By Jop de Vrieze. Science, American Association for the Advancement of Science, 07 Jul 2021

(1.2.) “8% of researchers in Dutch survey have falsified or fabricated data: Study of nearly 7,000 scientists also finds that more than half engage in ‘questionable research practices’” By Dalmeet Singh Chawla. Nature. Career News. 22 July 2021. DOI: 10.1038/d41586-021-02035-2

(2.1.) “Women—particularly underrepresented minority women—and early-career academics feel like impostors in fields that value brilliance” Muradoglu, M., Horne, Z., Hammond, M. D., Leslie, S.-J., & Cimpian, A. (2021). Journal of Educational Psychology. APA PsycArticles: Journal Article Advance online publication. DOI: 10.1037/edu0000669. The accepted manuscript version of this article will be publicly available on 08/05/2022

(2.2.) “Las científicas pueden sentirse más ‘impostoras’ en disciplinas que premian la brillantez” Por Eva Rodríguez Boletín SINC. 6/08/2021

(2.3.) “National Academies Summit Explores Persistent Lack of Diversity in STEMM and Approaches Needed to Drive Change” By Sara Frueh. National Academies of Sciences, Engineering and Medicine. Feature Story | August 5, 2021