Newsletter DPT Nro. 66

ISSN 2618-236X

Noviembre / 2021

NOTICIAS EDUCATIVAS Y PEDAGOGICAS
NOTICIAS INTERNACIONALES

Sesgos y debilidades en la cultura académica

Aportes para su reconocimiento y superación

La presente reseña comprende tres (3) artículos referidos a fortalezas, debilidades y sesgos en la cultura académica. El primero (1) trata sobre la problemática cultural en el entorno académico del Reino Unido. El segundo (2) reúne testimonios de un conjunto de investigadores con discapacidades acerca de sus vivencias y experiencias de inserción y desempeño en sus respecticos ámbitos académicos. El tercero (3) se refiere a la ausencia de mujeres en los Premios Nobel de ciencias 2021.

1.- Primer artículo: Problemática cultural en el entorno académico del Reino Unido (1.1.) (1.2.) (1.3.) (1.4.) (1.5.)

Quienes participan en ámbitos de investigación saben que la cultura predominante en los mismos exhibe diversas debilidades, sesgos y vicios, tanto comunes como peculiares de cada ámbito. Sin embargo, no es común hallar documentos que develen públicamente tales aspectos para ámbitos específicos.

Un informe de 2017 encargado por el gobierno señaló que el Reino Unido tiene el 4,1% de los investigadores del mundo, pero produce el 15% de los artículos más citados. Si bien ello podría indicar una comunidad de investigación saludable y floreciente, hay quienes señalan que este resultado tiene un costo humano demasiado alto debido a un conjunto de problemas interconectados. Desde 2017 la Royal Society comenzó a investigar un conjunto de problemas que estarían asociados a una cultura de investigación “poco saludable” en universidades del Reino Unido.

Los entornos extremadamente competitivos producen daños colaterales

Uno de los problemas centrales sería la “hipercompetencia”. Si bien la competencia puede ser saludable y estimulante, su exceso o distorsión puede provocar consecuencias negativas. Dado que el número de personas que pretenden desarrollar una carrera científica aumentٴó exponencialmente durante las últimas décadas, existe una presión permanente para generar productos de investigación de calidad y obtener subvenciones.

La competencia se torna insalubre como resultado de una medición permanente (que distorsiona lo que se hace) y de las métricas usadas para evaluar al personal académico. La presión gubernamental (a través del uso de determinadas métricas para asignar fondos) ha hecho que las universidades se centren en una definición sumamente estrecha del “desempeño exitoso” (por ejemplo: factor de impacto de las revistas en las que se publica, número de citas). Ese tipo de métricas se desvirtuaron con el uso de la “bibliometría de escritorio” sin comprender la significación relativa de los indicadores.

Como resultado de la “cultura de las métricas” la publicación se convierte en un fin en sí mismo en lugar de un medio para comunicar resultados y avanzar en el conocimiento. Al centrar la actividad académica en la publicación de artículos, se desvalorizan otras actividades relevantes, como la revisión por pares, la formación y la enseñanza. El foco en las publicaciones también desalienta el intercambio de datos. Los incentivos individualistas representan una gran barrera para la ciencia abierta; es difícil que los investigadores compartan datos, que sean transparentes y que publiquen en revistas de acceso abierto. El entorno métrico actual también podría haber exacerbado la tendencia a centrarse en temas candentes o bien financiados, en detrimento de una variedad más amplia.

La precariedad de la carrera académica

Para progresar en la carrera académica los investigadores deben transitar un camino precario. Sólo un porcentaje muy pequeño de los estudiantes de doctorado llega a un posdoctorado y, a su vez, solo alrededor del 10% de los posdoctorados podrá obtener contratos de duración determinada, mientras que solo una pequeña élite logrará cierta seguridad laboral.

La proliferación de contratos a corto plazo convierte a los investigadores de carrera temprana en “ciudadanos de segunda clase” dentro de la academia. Ello tiene impactos de amplio alcance: desde la incapacidad para controlar las propias agendas de investigación hasta la incapacidad para planificar aspectos básicos de sus vidas (vivienda, maternidad). Los investigadores que se inician en sus carreras se sienten “invisibles” y pueden padecer significativos impactos en su bienestar mental.

Por último, la actual carencia de diversidad en la fuerza laboral de la investigación afecta el tipo de ciencia requerida para abordar las necesidades de la sociedad. Si el sistema repele la diversidad, las preguntas que se aborden estarán sesgadas por una “camarilla” que no reflejará la sociedad.

Acoso, agresión y perfidia

Las mujeres se ven afectadas por el acoso y la intimidación, particularmente al inicio de sus carreras. El acoso abunda en los departamentos académicos y no suele denunciarse. Ello se relaciona con una cultura académica que induce grandes desequilibrios de poder entre supervisores y miembros de grupos de investigación. Los investigadores jóvenes dependen, a menudo, de un supervisor para referencias y progresión profesional. Por tanto, muchos no se animan a denunciar a quienes podrían destrozar sus potenciales carreras.

El entorno de la academia facilita las prácticas de intimidación y acoso. Contribuye a ello la naturaleza cerrada e insular de los proyectos de investigación, junto con la insuficiente voluntad o incapacidad de muchas universidades para intervenir, en particular contra académicos que aportan prestigio, “excelencia” o financiamiento.

La comunidad académica no se autocontrola

Como producto de la combinación de alta presión por resultados y un notorio desequilibrio de poder, durante los últimos años se viene registrando un aumento de informes sobre fraude y deshonestidad en la investigación. Esos comportamientos pueden variar desde la falsificación de datos hasta errores no intencionales que no siempre se detectan durante la revisión por pares. Si bien la “mala conducta grave” continúa siendo poco común, algunos comportamientos cuestionables se hallan ya tan arraigados en la comunidad que podría creerse que “es así como funcionan las cosas”.

El sistema exhibe escaso impedimento para la mala conducta y el comportamiento poco ético. A diferencia de EE.UU., el Reino Unido carece de una autoridad reguladora independiente y el concordato actual, del que son signatarios la mayoría de las universidades, resulta ineficaz. También resulta preocupante la actitud de la comunidad académica cuando se descubren comportamientos poco éticos. Muchos prefieren “barrer todo debajo de la alfombra” y las sanciones comunitarias para los infractores (cuando existen) suelen ser sumamente laxas. La comunidad no se vigila a sí misma y no actúa debido a un temor generalizado por las eventuales repercusiones. Como nadie quiere convertirse en enemigo de alguien que podría definir la progresión, el estancamiento o la demolición de su carrera académica, la cultura actual carece de capacidad para bajar del pedestal a “académicos” con mal comportamiento.

Hacia un futuro más favorable

Si bien es evidente que el sector académico del Reino Unido puede producir investigación excelente, muchos testimonios trazan la imagen de una cultura problemática. Muchos de los problemas son comunes a toda la academia en todo el mundo, pero el Reino Unido aparece aún más vulnerable porque las prácticas disfuncionales parecen desarrollarse sin control.

Si bien ha habido algunos cambios positivos en la academia en las últimas décadas, aún se manifiestan resistencias a cambios fundamentales que podrían marcar la diferencia y motivar a las personas. El artículo concluye señalando que si no se abordan los referidos problemas de la cultura de la investigación, éstos irán en detrimento de toda la comunidad investigadora y de la propia ciencia: la comunidad académica comenzará a perder a sus mejores integrantes, quienes optarán por prácticas laborales atractivas en otros lugares. Si bien es hora de comenzar a observar de cerca los comportamientos incentivados por los métodos actuales de valoración y evaluación, y contrastarlos con lo que realmente debería valorarse en la comunidad de investigación, el procrso de cambio será largo y complejo.

 

2.- Segundo artículo: Vivencias y experiencias de investigadores con discapacidades (2)

Sin perjuico de los avances en los derechos de las personas con discapacidad, muchos investigadores con discapacidades padecen relevantes limitaciones para insertarse en la academia y para avanzar en sus carreras. Si bien diversos países establecen legalmente que las instituciones realicen “ajustes razonables” para garantizar la accesibilidad, se necesita también un cambio sustancial en las actitudes de las comunidades de trabajo.

El “capacitismo” (creencias o prácticas que desvalorizan o discriminan a las personas con discapacidad física, mental, enfermedades crónicas o diferencias cognitivas) ha excluido a los investigadores con discapacidades de las aulas, laboratorios, trabajos de campo y conferencias. No solo están subrepresentados en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (CTIM), sino que la cuestión de las discapacidades (visibles e invisibles) suele estar ausente en los debates sobre diversidad e inclusión. Muchos inverstigadores con discapacidades señalan que la pandemia COVID-19 les facilitó el acceso -gracias a conferencias virtuales, trabajo remoto y citas de telesalud- y confían en que estas opciones continúen estando disponibles después de la pandemia.

En el artículo aquí reseñado, para conmemorar el Mes Nacional de Concientización sobre el Empleo de las Personas con Discapacidad en EE.UU., durante el período 18 de noviembre-18 de diciembre, cuatro académicos con discapacidades comparten sus vivencias y proporcionan sugerencias para: (a) enfrentar los desafíos cotidianos, (b) buscar recursos y apoyo, y (c) informar a los colegas sobre sus limitaciones y las mejores formas de ayudarlos.

El artículo concluye señalandoi que la comunidad científica-académica debería ir más allá de las regulaciones legales y normalizar las pautas para una auténtica asimilación e integración de personas con discapacidad.

 

3.- Tercer artículo: Ausencia de mujeres en los Premios Nobel de ciencias 2021 (3)

La decisión de adjudicar exclusivamente a varones los premios Nobel de ciencias en 2021 fue recibida con decepción y críticas por la comunidad científica. Si bien el año 2020 fue relativamente favorable para la equiparación de género en los Premios Nobel en ciencias (3 de los 8 galardonados fueron mujeres), dicha ganancia se diluyó en 2021, cuando los 7 ganadores de los tres premios principales de ciencia son varones.

En términos históricos desde el origen de los Premios Nobel (en 1901), de las más de 600 adjudicaciones en disciplinas científicas, solo 23 (menos del 4%) fueron recibidas por mujeres: solo hubo 4 mujeres galardonadas en física, 12 en fisiología o medicina y 7 en química.

Con relación a años anteriores, en este año la crítica resultó más común y resonante, con mayor volumen y con más varones participando. Ello puede asociarse a que el desequilibrio indicado representa, en gran parte, la inequidad y arbitrariedad en los sistemas de recompensa y reconocimiento en las ciencias. Se duda también de que el desequilibrio responda a un mero desfase temporal mientras aumenta paulatinamente la participación femenina.

Los críticos destacan –por otra parte- la falta de diversidad racial entre los ganadores de los premios Nobel en ciencias. El hecho de que los varones blancos estén tan radicalmente sobrerrepresentados entre los ganadores señala inequívocamente que -como sociedad- estamos perdiendo una amplia gama de nuevas ideas y descubrimientos dependientes –en gran parte- de la diversidad.

Referencias:

(1.1.) “What’s wrong with research culture?” By Rachel Brazil. Chemistry World. 28 September 2021

(1.2.) “Change at the top” By Emma Pewsey. Chemistry World. 28 September 2021

(1.3.) “How to improve research culture” By Dinsa Sachan. Chemistry World. 28 September 2021

(1.4.) “Mental wellbeing in academia” By Hayley Frost. Chemistry World. 28 September 2021

(1.5.) “Science as a product of culture” By Vanessa Seifert. Chemistry World. 28 September 2021

(2) “Academia’s ableist culture laid bare: Four group leaders with disabilities share their thoughts on how to make laboratories and fieldwork more accessible and inclusive: By Kendall Powell. Nature. Nature 598, Career Feature. 04 October 2021. pp. 221-223 (2021). DOI: 10.1038/d41586-021-02695-0

(3) “Researchers voice dismay at all-male science Nobels: All seven winners of this year’s science prizes w. ere men. Some say this shows a disappointing lack of progress towards diversifying the awards” By Katharine Sanderson. Nature. News. 08 October 2021. DOI: 10.1038/d41586-021-02782-2