N.82 – Nuevos medicamentos contra la obesidad

Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad se ha triplicado en todo el mundo desde 1975. En la actualidad, casi 2.000 millones de personas padecen de sobrepeso, mientras que otras 650 millones son obesas. Con base en pautas culturales y en las múltiples patologías asociadas a la obesidad, desarrollar un fármaco seguro y eficaz para afrontarla fue, durante décadas, una utopía para investigadores y empresas farmacéuticas.

En noviembre de 2022, la compañía danesa Novo Nordisk, con sede en Bagsværd, Dinamarca, presentó públicamente -durante una conferencia especializada en San Diego, California- los resultados de su medicamento contra la obesidad (CagriSema y Oral Sema). Los estudios se publicaron en relevantes revistas y los resultados son promisorios. Uno de los estudios, realizado con casi 2.000 participantes jóvenes y adolescentes, confirmó los resultados de estudios y ensayos realizados anteriormente en adultos. El fármaco protagonista es semaglutida, que hasta ahora se utilizaba para controlar los niveles de azúcar en sangre en adultos con diabetes tipo 2 y que, en dosis más altas y bajo estricto control médico de inyecciones semanales, se constituyó en “una nueva generación de medicamentos contra la obesidad que disminuyen drásticamente el peso sin los graves efectos secundarios que surgían en intentos anteriores”.

Otros fármacos y moléculas usados para diabetes, como la tirzepatida, se están abriendo paso -a través de ensayos con prometedores resultados- para tratar la obesidad: “Los niveles de pérdida de peso después del tratamiento con tirzepatida se acercan a los que normalmente solo se pueden lograr mediante la cirugía bariátrica. Este procedimiento reduce el peso corporal en un 30% o más después de seis meses y la pérdida de peso continúa durante uno o dos años”, señalan en Nature.

Los nuevos medicamentos imitan la función de las hormonas conocidas como incretinas (hormonas intestinales liberadas al torrente circulatorio en respuesta a la ingestión de nutrientes), que reducen el azúcar en sangre y el apetito. La principal reserva con relación a estos medicamentos, y a otros que seguramente se irán desarrollando y presentando en los próximos años, se refiere a la accesibilidad. El stock disponible de semaglutida se agotó rápidamente cuando la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE.UU. lo aprobó como tratamiento para la obesidad. El precio del tratamiento es también un obstáculo, ya que, en algunos casos, supera ampliamente los U$S 1.300 mensuales, resultando virtualmente inaccesible para la mayoría de las personas. Otra de las cuestiones es: ¿Durante cuánto tiempo deberá continuarse el tratamiento para mantener el peso y no recuperar lo perdido? El tiempo dirá cómo se resuelven estas y otras cuestiones, pero lo cierto es que hallar tratamientos efectivos y seguros para la obesidad redundará –seguramente- en una mejora en la salud general de millones de personas.