N.60 – Revalorizar socialmente a la ingeniería

En el artículo reseñado se señala que, si bien la mayoría de los avances tecnológicos surgen de la combinación entre ciencia e ingeniería, hoy se manifiesta –al menos en EE.UU.- cierta subvaloración social de los ingenieros con relación a los científicos, y que ello representa un factor desfavorable para el futuro crecimiento, competitividad y sostenibilidad de la economía estadounidense.

El núcleo de la ciencia reside en la investigación destinada a descubrir y comprender fenómenos desconocidos o desentrañar mejor fenómenos ya conocidos, para expandir el conocimiento. El núcleo de la ingeniería reside en aplicar el conocimiento resultante de los descubrimientos científicos para el diseño, construcción y fabricación de productos que beneficien a la humanidad. En resumen, la ciencia procura el descubrimiento, mientras que la ingeniería procura la innovación. Mientras que los descubrimientos científicos sin ingeniería serían simplemente especulación académica, la innovación sin ciencia podría ser meramente fortuita. Tanto los científicos como los ingenieros se fundan en hechos, pruebas y validación de observaciones, pero con propósitos y procesos distintos.

Hoy parece manifestarse –en EE.UU.- una mayor valoración académica y prestigio social de la ciencia en detrimento de la ingeniería, lo cual estaría induciendo un “efecto dominó” en el sistema científico-tecnológico y educativo. Por ejemplo, se manifiesta últimamente una intensa alarma por el rezago de los estudiantes estadounidenses en materia de ciencias, pero no provoca una alarma similar la evidente caída del interés por la ingeniería ni por el “espíritu innovador” de esos mismos estudiantes.

Se prevé que la continuidad del referido estado de cosas podría afectar la competitividad futura de la economía estadounidense. Se señala críticamente que, en la actualidad, son los fabricantes extranjeros quienes más se benefician de los numerosos descubrimientos científicos de las universidades estadounidenses. Por lo tanto, para que los descubrimientos científicos sean de algún beneficio económico viable para EE.UU., debe despertarse, en los jóvenes, el interés por la ingeniería y la innovación, y no solo por la ciencia.

El artículo concluye postulando la prioridad de trazar una clara distinción entre los aportes de la ciencia y los de la ingeniería, para dar mayor crédito relativo a los ingenieros, de manera que dejen de estar –en la percepción social- “a la sombra” de los científicos. El crecimiento futuro y la sostenibilidad de la economía estadounidense podrían estar a merced de inspirar a la próxima generación a “enamorarse” de la ingeniería.