Newsletter DPT Nro. 65

ISSN 2618-236X

Octubre / 2021

NOTICIAS EDUCATIVAS Y PEDAGOGICAS
NOTICIAS INTERNACIONALES

Factores que interfieren en la credibilidad de la investigación

Mitos y realidades

Esta reseña, referida a factores que interfieren en la credibilidad de la investigación, comprende tres (3) artículos. El primero (1) trata sobre la presunta influencia de las instituciones financiadoras en proyectos de investigación biomédica. El segundo (2) se refiere a la influencia de la narrativa mediática sobre la confianza pública en la ciencia. En el tercero (3) se reseñan los resultados de un estudio internacional sobre los sesgos de género en la trayectoria académica.

1.- Primer artículo: La presunta influencia de instituciones financiadoras en proyectos de investigación biomédica (1.1.) (1.2.)

Con relación a diversas comunidades de investigación, frecuentemente se sugiere la presunta influencia o interferencia de ciertos financiadores sobre los proyectos que financian (por ejemplo: la cuestión indagada, el diseño, los procesos, los hallazgos y su publicación).

Un estudio dirigido por Sam McCrabb, de la Universidad de Newcastle en Australia, abordó abiertamente dicha cuestión. El estudio se basó en una encuesta que involucró a 104 investigadores de América del Norte, Europa y Oceanía que habían dirigido proyectos para evaluar resultados en materia de salud pública, con resultados publicados entre 2007 y 2017.

En el estudio se esperaba que los investigadores que realizaban estudios financiados por la industria experimentarían comúnmente cierta coacción por parte de las empresas financiadoras. Para verificarlo se preguntó a los investigadores si habían recibido, de las instituciones financiadoras, solicitudes para cambiar los focos o métodos de investigación, alterar las conclusiones de un estudio o hasta apelaciones para no difundir resultados o retrasar su publicación. Sin embargo, las respuestas a la encuesta no permitieron hallar evidencias de ello.

Los encuestados informaron que era más probable recibir presiones de patrocinadores o financiadores gubernamentales (que procuraban influir en los resultados de la investigación) que de financiadores de la industria. Señalaron que era frecuente, por ejemplo, que patrocinadores o financiadores gubernamentales sugirieran cambios en el diseño de los estudios o la supresión de ciertos resultados o hallazgos para adaptarlos a sus preferencias e intereses, o bien no publicar ciertos resultados o demorar su publicación hasta un momento políticamente más propicio; por ejemplo, después de una elección.

Si bien no es sorprendente que los gobiernos intervengan para intentar suprimir o alterar resultados que no beneficien sus posiciones o acciones, los referidos hallazgos resultan preocupantes porque dichas interferencias pervierten el proceso de investigación y retienen, deforman u ocultan evidencia que podría informar la formulación de políticas y contribuir resolver problemas de salud pública.

Los hallazgos refuerzan los resultantes de estudios anteriores, como una encuesta de 2006 de investigación en salud financiada por el gobierno que también encontró muchos casos de solicitudes para “desinfectar” resultados y bloquear o retrasar su publicación.

 

2.- Segundo artículo: Los efectos de las narrativas mediáticas sobre la confianza pública en la ciencia (2.1.) (2.2.) (2.3.)

En el estudio citado se examinan los efectos de la exposición de la ciencia a las narrativas de los medios: ¿En qué medida dicha exposición influye en las percepciones del público con relación a la confiabilidad de la ciencia, incluida la confianza, las creencias y la disposición para apoyarla?

En un experimento realizado con 4.497 participantes, éstos fueron asignados al azar para leer determinadas narrativas mediáticas. Este estudio muestra las consecuencias perjudiciales de las falencias de los medios para comunicar con precisión el proceso científico, proporciona evidencia acerca de cómo los científicos y periodistas pueden mejorar la comunicación científica, y reconoce la necesidad de cambios en los incentivos estructurales para lograr tal objetivo.

La ciencia es un proceso que involucra a una comunidad de personas que se unen para cuestionar y criticar continuamente la investigación de los demás (y la propia) para mejorar, desarrollar y actualizar el conocimiento.

Dado que la investigación científica se comunica al público, en gran medida, a través de los medios de comunicación, la pregunta del estudio fue: ¿Cómo impacta la narrativa mediática (referida a errores y retractaciones científicas) sobre la confianza, las creencias y la adhesión del público a la ciencia?

El artículo aquí reseñado contiene una entrevista con Yotam Ophir en la cual dicho autor describe y ejemplifica diferentes tipos de narrativas que existen en torno a la ciencia, su impacto y por qué las retractaciones deben interpretarse como un paso positivo en el progreso científico. También proporciona sugerencias útiles sobre cómo navegar por el mundo de la investigación y la comunicación científica.

Diversas investigaciones sugieren, por ejemplo, que enseñar a las personas hechos verificados científicamente (por ejemplo: que el planeta se está calentando o que las vacunas no aumentan la probabilidad de desarrollar autismo) no parece tener mucho efecto frente a la desinformación.

En el estudio se señala que lo que falta en la cobertura mediática es una contextualización que enmarque los errores científicos a la luz de los valores de la ciencia. Se propone una nueva narrativa que reconozca que se están retractando estudios y que algunos hallazgos no pueden replicarse, pero el hecho de que se puedan identificar y corregir errores en trabajos publicados debe interpretarse como una señal de que la ciencia está haciendo lo que debería hacer.

Los investigadores realizaron un experimento para indagar en qué medida las historias publicadas en los medios de comunicación tenían un efecto perjudicial en la confianza del público en la ciencia y si la nueva narrativa sugerida (reconocer los errores en la ciencia pero contextualizarlos como parte de un proceso científico saludable) podría solucionarlo. Pidieron a los sujetos que leyeran artículos que representaran diferentes narrativas sobre noticias científicas. Los principales hallazgos fueron los siguientes: (a) la narrativa asociada a la idea de que “la ciencia está en crisis” generó cierta desconfianza en la ciencia y los científicos, (b) la nueva narrativa sugerida mejoró algunos de los efectos perjudiciales de las historias de “crisis de la ciencia”, (c) tales efectos fueron más notorios en personas con mayor disposición para confiar en la ciencia y en que la ciencia está haciendo lo que debería hacer.

Dada la necesidad de que los medios de comunicación actúen como mediadores entre la ciencia y el público, el estudio focalizó en las prácticas periodísticas en medios masivos de comunicación (dado que es allí donde el público generalmente se informa sobre ciencia) y no en publicaciones científicas.

Con relación a los valores de la ciencia destacó: (a) la ciencia es siempre escéptica y cuestionadora; nunca convierte el conocimiento en dogma, (b) el investigador continúa cuestionando y formulando preguntas incluso después de que sus resultados fueron publicados, (c) el hecho de determinar que una investigación publicada tiene errores no es una señal de “crisis”, sino de vigor, ya que indica que la ciencia está haciendo lo que debe hacer (cuestionar, criticar, reformular). Esos valores hacen a la ciencia epistemológicamente fuerte porque cualquier hallazgo puede ser cuestionado y refutado, para volver a probar.

Las “retractaciones” no son litigiosas sino que son parte del juego de la ciencia frente a nuestras limitaciones como humanos: (a). los investigadores, al igual que cualquier persona, pueden cometer errores, (b) algunos investigadores podrían falsear datos, métodos o resultados, y (c). la revisión anónima por pares puede contribuir a detectar errores o captar mentiras flagrantes.

Lo litigioso podría residir en la intencionalidad; por ejemplo, que un investigador haya falseado resultados para obtener una subvención. Pero el hecho de hallar, identificar y corregir errores no es litigioso, sino una manifestación de transparencia científica. Es necesario mejorar la comunicación sobre las “retractaciones” porque existe una delgada línea entre el escepticismo saludable (cuestionar, buscar evidencias, corroborar datos y fuentes) y el cinismo tóxico con que frecuentemente se difunden las retractaciones en los medios de comunicación.

Consejos clave para investigadores en la etapa inicial de sus carreras

(a) Sea lo más transparente posible. La transparencia es siempre una fortaleza y nunca una “debilidad”.

(b) Sustente su trabajo en su confianza en el proceso científico. Es mejor mostrar por qué su trabajo es confiable, que abundar en estadísticas o gráficos.

(c) Sea modesto, confíe en el proceso científico y practique un saludable escepticismo con relación a su propia producción. No se ponga a la defensiva frente a las refutaciones; acéptelas como componente natural del proceso de la ciencia.

3.- Tercer artículo: ¿La trayectoria académica está condicionada por el género?: Hallazgos de un estudio internacional (3.1.) (3.2.) (3.3.) (3.4.) (3.5.)

Diversos indicios empíricos parecen mostrar que la carrera académica de las mujeres resulta afectada por diversos sesgos de género: (a) en la contratación y los ingresos, (b) en el financiamiento de proyectos, (c) en el reconocimiento mediante premios, (d) en la inclusión y en las posiciones de autoría en la producción científica, (e) en la revisión por pares. Como las referidas interferencias aparecen frecuentemente correlacionadas y potenciadas recíprocamente, es probable que el trabajo académico de las mujeres resulte progresivamente subestimado y desvalorizado.

Si bien la autoría en publicaciones académicas (y las citas posteriores) es un componente relevante del capital simbólico que determina –en alto grado- la progresión en la carrera del investigador, hasta la fecha no se disponía de estudios sobre las diferencias de género en la nominación de autores y en cómo se ordenan éstos en las listas de autoría publicadas.

Para abordar este vacío, un equipo internacional de investigadores 3.1.) (3.2.) (3.3.) utilizó la base de datos Web of Science de Clarivate Analytics para recopilar datos sobre más de 3 millones de investigadores que publicaron al menos un artículo con uno o más coautores entre 2011 y 2015. Posteriormente, en mayo de 2016 enviaron una encuesta de 42 preguntas a una muestra de más de 103.000 investigadores de ciencias naturales, ciencias médicas, ingeniería y otros campos profesionales. Se recibieron respuestas completas de 5.575 investigadores.

Más de la mitad (53,2%) de los respondentes indicaron que habían tenido desacuerdos de autoría, ya sea en la nominación de autores o en el orden en que figuraban. Se determinó que, en conjunto, las mujeres tienen 1,38 veces más probabilidades que los varones de sufrir disputas por la nominación en la autoría de publicaciones y 1,25 veces más probabilidades de estar en desacuerdo sobre el orden en que figuran los autores.

En varias disciplinas se han adoptado prácticas corrientes de ordenamiento de autoría. Por ejemplo, figuran como primeros autores quienes han contribuido con la mayor parte del trabajo, mientras que figuran como últimos quienes han contribuido con diseño, recursos, trayectoria o prestigio en el área. Los autores que figuran en el medio son los que contribuyeron en los trabajos técnicos, y allí suele ubicarse –desproporcionadamente- a las mujeres.

Los resultados del estudio indican que las contribuciones de las mujeres a los trabajos de investigación suelen ser desvalorizadas, con mayor frecuencia, tanto por varones como por mujeres, lo cual crea desventajas acumulativas en las carreras científicas.

El estudio concluye destacando la necesidad de un debate abierto sobre las dinámicas de poder relacionadas con el género para desarrollar una distribución más equitativa del crédito por el trabajo académico. Si bien las directrices pueden ser una parte de la solución, lo más importante es educar y formar a los investigadores en las prácticas de ética en materia de autoría y hacer más transparentes los criterios. También pueden ayudar las tipologías de las contribuciones en la investigación, tales como la taxonomía de roles de colaboración académica CREDiT.

En otro estudio (3.4.) (3.5.) se examinaron las disparidades de género en los 141 premios internacionales de investigación más prestigiosos del mundo, hallándose que: (a) Entre 2001 y 2020 estos premios fueron recibidos por 2.011 hombres y 262 mujeres; b) La participación de las mujeres aumentó de un promedio anual del 6% durante 2001-2005 a un promedio anual del 19% durante 2016-2020; y (c) La brecha de género aparece particularmente en ciencias de la vida, informática y matemáticas. El estudio concluye señalando que la brecha de género en los premios de investigación es el resultado de la inercia demográfica y de otros factores cuya elucidación requiere mayor investigación.

Referencias:

(1.1.) Fuente primaria: “He who pays the piper calls the tune”: Researcher experiences of funder suppression of health behaviour intervention trial findings” Sam McCrabb, Kaitlin Mooney, Luke Wolfenden, Sharleen Gonzalez, Elizabeth Ditton, Serene Yoong, Kypros Kypr. PLoS One 2021 Aug 18;16(8):e0255704. DOI: 10.1371/journal.pone.0255704

(1.2.) Fuente secundaria: “Health researchers report funder pressure to suppress results: Small study hints that interference from bodies funding research into public-health issues such as nutrition and exercise might be more common than realized”. By Clare Watson. Nature. News, 18 August 2021. DOI: 10.1038/d41586-021-02242-x

(2.1.) Fuente primaria: “The effects of media narratives about failures and discoveries in science on beliefs about and support for science” Yotam Ophir, Kathleen Hall Jamieson. Public Understanding of Science. First Published May 17, 2021 Research Article. DOI: 10.1177/09636625211012630

(2.2.) Fuente secundaria: “Scientific Storytelling: It’s All About Context”. By Molly Campbell. Technology Networks. The Scientific Observer. Issue 04, July 2021 pp. 5-8.

(2.3.) Fuente secundaria: “Two Human Genetic Research Papers Retracted Over Unethical Conduct: The participants were forced to give blood samples without ever being given an explanation as to why”. By Loukia Papadopoulos. Interestinf Engineering. Sep 11, 2021

(3.1.) Fuente primaria: “The gendered nature of authorship” Chaoqun Ni, Elise Smith, Haimiao Yuanvincent Larivièreand, Cassidy R. Sugimoto. Science Advances. Vol 7, Issue 36. 1 Sep 2021. DOI: 10.1126/sciadv.abe4639

(3.2.) Fuente secundaria: “¿Quiénes firman los estudios científicos? Hay sesgos de género en todas las disciplinas” Por Eva Rodríguez. Boletٳn SINC. Política Científica 1/9/2021

(3.3.) Fuente complementaria: Web of Science: Emerging Sources Citation Index. Clarivate

(3.4.) Fuente secundaria: “Women less likely to win major research awards: Although the gap is narrowing, prestigious prizes are still more likely to go to men, finds an analysis of gender bias in the world’s top science awards“ Nature. 13 September 2021. DOI: 10.1038/d41586-021-02497-4

(3.5) Fuente secundaria: “The gender gap in highly prestigious international research awards, 2001–2020” By Lokman I. Meho. MIT Press Direct. Quantitative Science Studies 1–14. August 27 2021. DOI: 10.1162/qss_a_00148