Newsletter DPT Nro. 83

ISSN 2618-236X

Abril / 2023

NOTICIAS EDUCATIVAS Y PEDAGOGICAS
NOTICIAS EDUCATIVAS Y PEDAGOGICAS NACIONALES

Las bajas tasas de graduación en las universidades argentinas

Una problemática acuciante

La Argentina muestra una tasa de egreso entre las más bajas de la región y del mundo, alcanza escasamente un 19,8% si se considera exclusivamente a las universidades estatales; que puede aumentar a un 25,1% si se incluye a las universidades privadas que alcanzan a su vez, un 47,3%. En términos simples, la tendencia es que de cada 100 estudiantes que ingresan al sistema público, menos de 20 culminarán sus estudios. Si se incluye en la ponderación a las universidades privadas, sólo unos 25 estudiantes alcanzarán esa meta. Eso significa que muchísimos estudiantes quedan en el camino. Cuando se consideran los datos por región, por institución y por grupo de carreras las cifras varían incluso muy por debajo de los referidos promedios.

Estos datos reflejan una realidad aún no explicitada completamente en la conciencia social y en el corazón mismo de las instituciones universitarias: parecería haber algo que no se está haciendo bien al interior de las universidades. Este fenómeno de bajísima tasa de egreso, que parece estar naturalizado, no es nuevo ni es consecuencia de la pandemia.

Por último, “En 2020, los nuevos inscriptos en carreras de pregrado y grado universitario representan sólo el 12,3% de la población de 18 a 24 años”. Cabe preguntar: ¿Qué hacen los demás jóvenes argentinos de ese grupo de edad que no acceden a la universidad? ¿Estamos sosteniendo un sistema universitario exclusivo para unos pocos y que además nos está resultando muy mal? El hecho de que ese sector -pequeño y privilegiado- de aspirantes a estudios universitarios provenga casi exclusivamente de clase media y alta, y que la gran mayoría de jóvenes de escasos recursos económicos no lleguen a la universidad, parece contradecir el espíritu mismo de la universidad pública.

Entonces: ¿Por qué se insiste con que la universidad pública es “popular”? ¿Será que tal calificación responde exclusivamente a su gratuidad y a la condición de ingreso irrestricto? Tanto se ha repetido que la universidad pública argentina es una conquista que posibilitó el acceso de las clases populares a los estudios superiores, que nos hemos constituido en un modelo paradigmático para toda América Latina y para el mundo. No parecería concebible que ese modelo exhiba notorias fallas estructurales.

Hemos idealizado a nuestras universidades: como centros de desarrollo científico, de garantías de fidelidad a conocimientos objetivos y confiables, como sedes de ofertas legitimadas por el solo hecho de ser universitarias. Un prestigio que pocas instituciones mantienen en pie con tanta crisis social y cultural.

Si miramos a las universidades desde su incapacidad (estadísticamente probada) para formar exitosamente a las nuevas generaciones, tendremos que revisar parte de nuestras creencias sobre las glorias de un sistema que necesita urgentemente una transformación profunda. Máxime si asumimos que “aquellas personas con mayor nivel educativo tienen mayores probabilidades de conseguir un empleo”. Un rol no menor que le demanda la misma sociedad que la financia.

¿Cuáles son las razones de las falencias?

Un aspecto que obtura cualquier proceso de transformación a largo plazo es la excesiva politización de la vida institucional. Los gobiernos universitarios parecen estar más pendientes de perdurar y ganar elecciones que de emprender cambios profundos que los excedan en sus tiempos de gestión. Entre las pugnas ideológicas y de conducción de las instituciones y las negociaciones con los gremios, quedan solapados los procesos referidos a un mayor acierto pedagógico.

Las universidades estatales parecen haberse convertido en un “botín de guerra” político partidario y en una bandera de un supuesto progresismo difícil de reconocer en tanta estructura académica conservadora, al punto de seguir siendo decimonónica (del siglo XIX) por más que el discurso se pueble de frases “correctas” para los tiempos que se viven. Desde una perspectiva académica y pedagógica, la mayor parte de nuestras universidades parece haber quedado en el pasado.

Un cambio fundamental es el pedagógico

No debemos seguir culpando a los estudiantes de que no saben estudiar ni comprender un texto, aunque eso sea parte de los desafíos por afrontar. Son las universidades las que tienen que mirarse y cuestionarse críticamente, hacerse cargo de sus falencias y aprender a cambiar, a enseñar, a intervenir en la realidad cercana, no ya como “sabionda” sino con la humildad de los verdaderos gigantes.

Fuente: “Un gigante con los pies de barro: el fracaso de la universidad argentina”. Por Isabel Bohorquez. Memo. Opinión. Educación. 8 de Marzo de 2023